Los delfinarios del Zoológico de Madrid, Zoológico de Barcelona, Marineland de Tarragona y Selwo Marina en Benaldámena (Málaga); han sido denunciados por el Proyecto Gran Simio, al incumplir la Ley 31/2003 y normativa autonómica, por maltrato animal y contra el bienestar animal.
Según un comunicado de prensa lanzado por la organización, hay un maltrato continuado a los delfines que son sometidos a constante estrés, reciben una alimentación que no es la adecuada a su especie y están en diminutas piscinas que incumplen el bienestar animal según la biología de la especie como lo específica todas las normativas al respecto.
"Los cetáceos son unos animales de gran inteligencia y seguramente nos sorprenderíamos de sus grandes capacidades cognitivas. El zoológico debe ofrecer imágenes más conservacionistas y respetuosas con la vida salvaje, respetando en todo momento la biología de sus moradores y no buscando su explotación como actualmente ocurre en la mayoría de ellos. Debemos romper la barrera de la especie y llevar la igualdad más allá de la humanidad",
Otro elemento más que va contra el bienestar animal y que los delfinarios pueden estar incumpliendo, es el Convenio CITES, al permitir según afirma Pedro Pozas, que animales recogidos en el CITES Anexo I en peligro de extinción, sean capturados en su hábitat con destino a las explotaciones de los delfinarios.
Por todo ello Proyecto Gran Simio pide también a los zoológicos de España donde existan delfinarios, que éstos sean cerrados y se realicen los esfuerzos necesarios para los que se encuentren en condiciones sean liberados tras un periodo de adaptación y los que no, al menos puedan disfrutar en semi-libertad, en santuarios marinos construidos en la costa del mar.
Igualmente esta organización pide a todos los ciudadanos que no asistan a ver estos espectáculos circenses ni lleven a sus hijos a verlos, que piensen las consecuencias y la vida que llevan estos animales que han sido secuestrados de su hábitat para acabar en esta forma de explotación.
"Un delfín saltando con unas grandes gafas o simulando aplaudir con las aletas, sólo es una mera explotación comercial y un maltrato continuado a una especie en peligro de extinción y no debe ser ejemplo de enseñanza a los niños que en el futuro serán los responsables de proteger la biodiversidad de nuestro planeta".