San Telmo no es un barrio más. Hay quienes hablan de la República de San Telmo, como si se tratara de un país aparte dentro de la Argentina.
Y los domingos se viste de fiesta. Su corazón es la Feria de Antigüedades que, desde hace 35 años, se da cita todos los domingos del año sobre la Plaza Dorrego, entre las calles Defensa y Humberto 1°, de 10 a 17 horas.
El arquitecto José María Peña fue su creador y es gracias a este personaje de Buenos Aires que San Telmo se mantiene en pie tal cual hoy lo vemos y seguimos disfrutando. Sus inagotables esfuerzos por mantener el pasado frente a la mediocridad del modernismo merecen el nombramiento de ciudadano ilustre de la Ciudad, algo que la Legislatura Porteña le debe desde hace tiempo.
Los cafés, sus mesas y sillas, sus colores y sus mozos de etiqueta aportan color al viaje en el tiempo.
Los retratos de Gardel y Evita asoman en casi todos los puestos. Las letras de tango o viejas fotos de principios del siglo veinte ganan todas las miradas. Incluso los platos, cuchillos y tenedores de época, de la abuela o del tatarabuelo. A diferencia de lo que hoy ocurre en el mundo, aquí cuanto más viejo, vale más.